Entraré, misma hora, mismo lugar. ¿Y si no está? Qué absurdo, claro que no vendrá; sólo fue un momento, ¡pero qué mágico instante! Olvidar, ¿por qué? Arriesgar: esto suena mejor; no hay tanto que perder, por ganar queda todo. ¿Merece la pena arriesgarse a exponerse, ofreciendo a una desconocida la posibilidad de resultar herido? En estos casos, siempre vale la pena, me contesto. Cruzo la puerta, fingiendo ir a lo mío, por si hay alguna otra persona, entro en la pequeña sala... y allí estás, sentada en solitario, sosteniendo un libro cerrado, mirando por la puerta como si supieras que estaba a punto de llegar.
- Uy, no esperaba encontrarte.
Y en parte era cierto: no pensaba reencontrarme contigo, a quien de nada conozco, sólo un exótico nombre, una enredosa sonrisa y una llama que había prendido tras una breve conversación y que en mí todavía serpenteaba con vigor. ¿Le echarías un cubo de agua para apagarla o le soplarías como el viento salvaje para avivarla?
Era la única oportunidad de volver a cruzarnos: no tenía otra forma de contactar sino este lugar, a una semana exacta de cuando coincidimos inesperadamente. ¿Me habrás soñado tú alguna noche?
- Mi intuición - digo torpemente, desviando su mirada para posarla entre los árboles y el arroyo que se ve por la ventana; fingiendo equilibrio, como quien tropieza y barre con la mirada a los testigos, buscando inútilmente cualquier punto menos frágil que sí mismo.
- ¿Qué te decía tu intuición? ¿Qué esperabas encontrar? - Sonríe imperturbable. Parece divertirle hacerme inventar excusas.
- Una pequeña esperanza - lo he dicho convencido.
- ¿Por qué no una grande?
- Para evitar decepciones, claro está. Prefiero empezar por una pequeña y regarla, si sobrevive.
- ¿La has encontrado?
- Todavía es pronto para saberlo. Quién sabe.
- Uno no sabe nunca nada, uno intuye - cuánta razón tenía, ¿o acaso su seguridad me hipnotizaba hasta el punto de convencerme de lo más absurdo?- Me alegro de verte, Joan - añade, y parece verdad, como todo lo que sale por su boca: directa, clara, imprevisible. Ojos tristes y sonrisa alegre tiene mi perdición.
- Uno sabe lo que siente, si se escucha. Yo ahora no consigo oírme, sin embargo sé que estoy atrapado.
- Ya somos dos... ¿Huímos juntos? - me guiña el ojo. Bromea, por supuesto, pero, pero...
- ¿Adónde? - dime que no me ha salido con una agudísima nota de terror...
- Aquí.
Se levanta lentamente, intimidándome aún más, se pone de puntillas y me roza con sus labios, algo secos, sellando a su presa.
Quina magia la de retrobar-vos "inesperadament" al mateix lloc i la mateixa hora just una setmana després. La següent setmana continueu... i espero que ens ho expliquis jonny!
ResponEliminaM'agrada l'inesperadament de l'Albert, entre cometes, com és en realitat.
ResponEliminaJo crec que sabies que hi seria, i crec que en el fons no estaves tant insegur ni ella tant segura. O ella tant segura potser si.
Sigui com sigui, la màgia en el maquillatge literari és que només és possible sobre una base real. A seguir somiant doncs...
Per cert, bon títol. Guiños dels académics lingüístics de la RAE el fet de que no es pugui saber si és en primera persona "si yo entrara..." o en tercera "si ella entrara..."
ResponElimina=)
ResponEliminaHo vaig escriure uns moments abans de l'hora; aquí no reflexo la meva vida tal com passa; de vegades la maquillo i altres, com aquesta, la base és una fantasia. Ho vaig escriure abans del suposat moment per veure quines diferències em trobava (potser no entrava o no hi seria, no estava tan clar). El cas és que no va caldre entrar, ens vam trobar inesperadament a un altre racó, ple de gent XD