divendres, 16 de març del 2012

Si entrara...

Entraré, misma hora, mismo lugar. ¿Y si no está? Qué absurdo, claro que no vendrá; sólo fue un momento, ¡pero qué mágico instante! Olvidar, ¿por qué? Arriesgar: esto suena mejor; no hay tanto que perder, por ganar queda todo. ¿Merece la pena arriesgarse a exponerse, ofreciendo a una desconocida la posibilidad de resultar herido? En estos casos, siempre vale la pena, me contesto. Cruzo la puerta, fingiendo ir a lo mío, por si hay alguna otra persona, entro en la pequeña sala... y allí estás, sentada en solitario, sosteniendo un libro cerrado, mirando por la puerta como si supieras que estaba a punto de llegar.

- Uy, no esperaba encontrarte. 

Y en parte era cierto: no pensaba reencontrarme contigo, a quien de nada conozco, sólo un exótico nombre, una enredosa sonrisa y una llama que había prendido tras una breve conversación y que en mí todavía serpenteaba con vigor. ¿Le echarías un cubo de agua para apagarla o le soplarías como el viento salvaje para avivarla? 

- Entonces, ¿qué te ha traído aquí? ¿O quién? - Pregunta astuta, malditos sean sus ojos sabios y su sonrisa que me paraliza.

Era la única oportunidad de volver a cruzarnos: no tenía otra forma de contactar sino este lugar, a una semana exacta de cuando coincidimos inesperadamente. ¿Me habrás soñado tú alguna noche?

- Mi intuición - digo torpemente, desviando su mirada para posarla entre los árboles y el arroyo que se ve por la ventana; fingiendo equilibrio, como quien tropieza y barre con la mirada a los testigos, buscando inútilmente cualquier punto menos frágil que sí mismo.

- ¿Qué te decía tu intuición? ¿Qué esperabas encontrar? - Sonríe imperturbable. Parece divertirle hacerme inventar excusas.

- Una pequeña esperanza - lo he dicho convencido.

- ¿Por qué no una grande?

- Para evitar decepciones, claro está. Prefiero empezar por una pequeña y regarla, si sobrevive.

- ¿La has encontrado?

- Todavía es pronto para saberlo. Quién sabe.

- Uno no sabe nunca nada, uno intuye - cuánta razón tenía, ¿o acaso su seguridad me hipnotizaba hasta el punto de convencerme de lo más absurdo?- Me alegro de verte, Joan - añade, y parece verdad, como todo lo que sale por su boca: directa, clara, imprevisible. Ojos tristes y sonrisa alegre tiene mi perdición.

- Uno sabe lo que siente, si se escucha. Yo ahora no consigo oírme, sin embargo sé que estoy atrapado.

- Ya somos dos... ¿Huímos juntos? - me guiña el ojo. Bromea, por supuesto, pero, pero...

- ¿Adónde? - dime que no me ha salido con una agudísima nota de terror...

- Aquí.

Se levanta lentamente, intimidándome aún más, se pone de puntillas y me roza con sus labios, algo secos, sellando a su presa.

4 comentaris:

  1. Quina magia la de retrobar-vos "inesperadament" al mateix lloc i la mateixa hora just una setmana després. La següent setmana continueu... i espero que ens ho expliquis jonny!

    ResponElimina
  2. M'agrada l'inesperadament de l'Albert, entre cometes, com és en realitat.

    Jo crec que sabies que hi seria, i crec que en el fons no estaves tant insegur ni ella tant segura. O ella tant segura potser si.

    Sigui com sigui, la màgia en el maquillatge literari és que només és possible sobre una base real. A seguir somiant doncs...

    ResponElimina
  3. Per cert, bon títol. Guiños dels académics lingüístics de la RAE el fet de que no es pugui saber si és en primera persona "si yo entrara..." o en tercera "si ella entrara..."

    ResponElimina
  4. =)

    Ho vaig escriure uns moments abans de l'hora; aquí no reflexo la meva vida tal com passa; de vegades la maquillo i altres, com aquesta, la base és una fantasia. Ho vaig escriure abans del suposat moment per veure quines diferències em trobava (potser no entrava o no hi seria, no estava tan clar). El cas és que no va caldre entrar, ens vam trobar inesperadament a un altre racó, ple de gent XD

    ResponElimina