dissabte, 25 d’agost del 2012

Pies despistados

Iba caminando por el mismo sendero que estaba recorriendo desde que empezó a andar. Conocía el trayecto que iba dejando atrás casi tan bien como el que se iba encontrando delante, sin desviarse; estando solo o en compañía. Y todo iba bien, aun sin darse cuenta del movimiento automatizado: el pie izquierdo nunca se movía si el derecho no había completado un paso, una precisión de la que no se percataba por la familiaridad de la acción.

El caminante rara vez se desviaba, y si lo hacía (a veces encontraba parajes que reclamaban una parada inevitable, o conocía otros viajeros por los que sentía curiosidad), siempre sabía cómo volver a su hábito. Fue experimentando tantas experiencias que lo sacaban de la seguridad que le proporcionaba saber exactamente de dónde venía y adónde se dirigía, que se confió, creyendo que por mucho que se alejara, podría volver a caminar por el mismo sendero sin que éste cambiara su decorado: los amigos que acostumbraban a estar, las costumbres que le alegraban el viaje, todos esos alicientes que animaban a seguir apuntando hacia la misma dirección.

Le habría resultado imposible de prever que podría toparse con algo que lo sacara por completo de su mundo y le impidiera volver a él. Y así fue, tras conocer la tentación de lo arriesgado, sus pies fueron arrancados abruptamente del suelo y el camino desapareció tras de sí. 

Cuando la distracción pasó, miró en torno, sin vislumbrar por dónde podría seguir: ¿cómo saber como redirigir su rumbo? Tenía miedo de dar un paso en cualquier dirección, pues ¿quién le aseguraba que no se alejaría de su propósito intentando aproximarse a él?

Por esas tierras, no se podía caminar igual. De vez en cuando había que dar rodeos inesperados, había que dar saltos, subir y bajar cuestas, bordear precipicios, escalar montañas... No le quedó más remedio que aprender a moverse por esos lares salvajes, confiando que tras el próximo horizonte encontraría por dónde había venido.

Se aferraba a esa posibilidad, los recuerdos del antiguo paisaje le imposibilitaban apreciar lo maravilloso del nuevo territorio. Antes tenía claro adonde iba y sabía cómo llegar allí, ahora sólo tenía el recuerdo de la meta, pero había perdido la habilidad para llegar a ese lugar.

Tras muchos esfuerzos y cambios de dirección, por fin dio con un claro, que se bifurcaba y aparecieron diversos caminitos, insinuando destinos contrapuestos. Había que elegir, posicionarse claramente en uno y renunciar al resto.

Después de examinarlos uno a uno con detenimiento, se percató de que uno era el mismo camino por el que había transitado toda su vida, ¡al fin lo había reencontrado! Sin pensarlo dos veces, siguió muy contento por esa dirección.

Caminó y caminó, hasta que le empezaron a doler los pies... pero seguía obcecado, reticente a pararse a descansar, ya que no entendía que lo dominara una desagradable sensación de extrañeza. Reconocía cada rincón del sendero, y aun así le parecía diferente ahora. Había aprendido otra forma de caminar, y de alguna manera no se adecuaba a la previsibilidad del camino habitual. 

Comprendió que, después del cambio brusco, lo que le había funcionado durante toda su vida ya no le servía, ni volviendo a su entorno inalterable, pues todo seguía igual mientras él era diferente.  Pero ya no se podía rectificar y volver atrás: el camino era de sentido único, y cuando llegara al final, confluirían todos los otros trayectos, y sólo importaría lo aprendido en el recorrido.

Caminante, no hay destino

5 comentaris:

  1. Llavors ja has tornat al teu camí d'escriure, però desprès de tot el que ha passat en aquests mesos, ja no podràs escriure de la mateixa manera?

    Sigui com sigui, benvingut a aquest camí de nou, hi faltava gent.

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  2. Cuando dice que el autor ha eliminado este comentario supongo que se refiere al de la entrada porque el del comentario no lo ha hecho.

    Pido disculpas si el comentario molestó.

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  3. Soledad, ¡para nada he eliminado tu comentario! No sé si sea algo de tu blog, porque no es la primera vez que pasa.

    Yo te pido disculpas por no haber pasado a verte estos días, espero que nos veamos en la próxima ocasión!

    Respecto a tu comentario (que no molestó en absoluto, ¡al contrario!), es una lectura posible, el que cambie todo el entorno mientras él sigue siendo el mismo. Aunque la entrada iba por la otra cara de la hoja; cuando todo cambia y no sabes adaptarte a los cambios y sigues por donde siempre, sin percatarte de que ya no resulta útil.

    Certament Moli, és un camí poc transitat, el de l'escriptura. Jo mateix el vaig abandonant, com pots veure. M'encanta que aconsegueixis ser més constant. Suposo que seguiré escrivint de la mateixa manera, perquè els meus peus encara discorren per vells camins.

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  4. Sí, no es la primera vez que pasa ni sólo contigo. Lo siento.


















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